viernes, 28 de enero de 2011

EL BOSQUE Y LA BIODIVERSIDAD



El Centro de Biodiversidad de Euskadi -Torre Madariaga(Busturia) ha inagurado la exposición "El Bosque y la Biodiversidad", realizada por la Asociación de Educación Ambiental y Guías de la Naturaleza Txirpial. La muestra tiene como objetivo el concienciar sobre la importancia que tienen los bosques: primordiales para nuestra vida ya que intervienen en procesos fundamentales de la biosfera; conservan y enriquecen el suelo; liberan oxígeno a la atmósfera; protegen nuestras aguas y gestionan nuestro clima; albergan la mayor proporción de la biodiversidad del planeta, etc.



"El Bosque y la Biodiversidad" es un recorrido por los árboles y arbustos de Euskadi que muestra como los bosques autóctonos protegen el suelo contra la erosión: la fauna silvestre encuentra en ellos refugio y una estupenda despensa; un solo roble alberga hasta 300 especies distintas de insectos; utilizados de forma racional los bosques autóctonos proporcionan materias primas muy útiles y renovables como madera, caucho, resinas, frutos, remedios medicinales; son además el pulmón de nuestro planeta y contribuyen a mejorar nuestra calidad de vida.

Esta muestra forma parte de la iniciativa "12 meses, 12 bosques", una serie de actividades en el Centro de Biodiversidad de Euskadi a lo largo del año con motivo de la celebración en 2011 del Año Internacional de los Bosques. La exposición estará en cartel hasta el 24 de abril de 2011 y la entrada es gratuita.

sábado, 22 de enero de 2011

¡EMBÓSCATE!

Bosque de Avellanos en Solle (León)
20 ENE 2011 Fuente : Blog TIERRA por Joaquín Araujo


Como estamos en el año internacional de los bosques acaso no resulte del todo inoportuno estas formas de recordar que, entre otras muchas cosas…

Somos como somos porque una vez fuimos bosque.

Los bosques del mundo ocupan en estos momentos aproximadamente el 30% de la superficie del planeta. Unos 40 millones de kilómetros cuadrados, es decir, unas 80 veces la superficie de España. Hace mil años eran dos veces más grandes. Hace cien años todavía suponían la mitad de los continentes.

Los árboles siempre nos están esperando con los brazos abiertos.

El mejor ejemplo de cooperación, de simbiosis para desde la diferencia obtener beneficios mutuos se da en las raíces de los árboles cuando se asocian a los hongos.

Nada levanta tanto como las hojas cayendo.

La vida es posible por los árboles. Por infinitos motivos pero recordemos que un ejemplar maduro puede “sudar”, es decir transpirar 400 litros en un día caluroso. Refrigeran, por tanto la atmósfera.

Lúcido el árbol, / casa y huésped al mismo /Tiempo: ¡ganado!

No menos del 60% de las especies de los cinco reinos viven permanentemente emboscadas.

El bosque sopla / dentro de tus pulmones / su alma verde.

Un gran árbol de hoja ancha puede generar todos los años el oxígeno que precisan diez personas: unos tres millones de litros.

Plantar árboles es, seguramente, el acto más coherente que puede realizarse.

Los bosques del mundo mantienen controladas una 300 gigatoneladas de carbono. Son, por tanto, el mejor antídoto frente al calentamiento global. Aún así todos los años perdemos 13 millones de ha de bosque, el equivalente a todos los árboles de España.

GRACIAS Y QUE LA VIDA OS ATALANTE y EMBÓSCATE.

viernes, 21 de enero de 2011

POR LA SENDA DE BASAJAUN: EL HAYEDO

La estación invernal resulta propicia para conocer otro aspecto de nuestros bosques. Hasta no hace muchos años, cuando las casas de nuestros pueblos necesitaban abundante leña para el fuego o el carboneo,era tradición y costumbre cortar las ramas de las hayas para aprovechar su madera sin necesidad de talarlo.Aquí os mostramos un ejemplo, el hayedo de Otzarreta en Alava. Como se muestra en la instantánea anterior, la simbiosis entre los árboles llega a ser fraternal, tendiendo puentes entre ellos, áun siguen siendo útiles después de viejos.
Se trata de un bosque , integrado por un centenar de hayas, con la forma característica que deja el carboneo ocasionada por el hacha: tronco ancho de mediana altura, corteza grisacea, salpicada de cicatrices, raíces extendidas , cubiertas de musgo y aferradas al terreno arcilloso. Sus ramas sorprenden. Tremendos brazos alargados que se prolongan hacia el cielo en busca de la luz.

Por estos parajes, aseveran los más informados, que morababa Basajaun, "el señor del bosque", mito protector de los rebaños contra el pedrisco y la amenza de los lobos. Pero hace muchísimo tiempo que su rugido no se oye y sus hondas pisadas no dejan huellas entre la hojarasca.


Ubicado en un ladera húmeda y sombreada en la que se pueden encontrar pequeños brotes como el de la fotografía anterior. Camuflado entre el manto de hojas representativo del hayedo. En mitad del bosque fluyen las aguas del arroyo de Zubizabala, donde pueden encontrarse anfibios como el tritón y la rana en la época adecuadada. La fauna doméstica que transita por sus alrededores se puede mezclar con las huellas de corzo y jabalí que disponen de un habitat incomparable. Si observamos en silencio podemos vislumbar de vez en cuando las siluetas en vuelo de rapaces forestales como el azor y el gavilán. También alguna rupícola como el halcón peregrino.



Con el tiempo los árboles se han transformado adoptando curiosas y extrañas formas: atractivas unas, fantasmagóricas otras, pero siempre llamativas y sorprendentes.

viernes, 7 de enero de 2011

CUENTO DE BASAJAUN 2ª PARTE


Fue así pasando la mañana y decidimos hacer un alto en el camino para refrescarnos y degustar los suculentos frutos que habíamos recogido. Mientras descansábamos sobre unos mullidos asientos musgosos observábamos una vivaracha comadreja que al silencio de nuestros pasos reanudó su vida cotidiana.
Tras una breve siesta acompañe a Basajaun a su constante e infatigable tarea cotidiana. Cogió una azada y me dio otra, un saco repleto de bellotas, avellanas y otros frutos del bosque y se fue. No a un claro, allí ya se encargaba el propio bosque de sustituir al árbol derribado por la nieve, el viento o el simple paso del tiempo, sino al lindero, allí donde se acaba el bosque y empieza el" gran claro" de los hombres.
Sus manos curtidas, su destreza con la azada y el conocimiento de los árboles, plantas y animales marcaban su incansable quehacer: un roble aquí para las ardillas, ratones e insectos; al lado de este arroyo unos sauces y unos alisos para mis amigos los lúganos y las truchas; un fresno para que proporciones sombra a las ovejas; unos majuelos para erizos y zorros; un saúco para las viajeras currucas, un serbal para los zorzales; unos acebos para el invierno…
Pero Basajaun no se encontraba sólo, contaba con la inestimable ayuda de algunos aliados del bosque: el siempre escandaloso arrendajo, tenía encomendada la importante labor de sembrar bellotas en los lugares más inverosímiles, allí donde Basajaun no accedía con su azada; en el hueco de un haya trasmocha, entre unas peñas en la pendiente, en un huerto abandonado por un hombre cansado, o simplemente dejaba caer algunas al arroyo para que el agua las llevase curso abajo y creciesen junto a los hombres.
Y así, día a día, metro a metro el bosque se iba extendiendo, sin que nadie se percatase.
Cercana ya la noche, el ladrido de un corzo nos avisó de que era hora ya de recoger. Un ciervo volante iniciaba su torpe vuelo amoroso y el resto de seres del bosque esperaban ya el cambio de turno: ginetas, murciélagos, erizos, etc. Cansados nos refugiamos en una de las numerosas cuevas y preparamos una suculenta mesa. La leña caída nos sirvió para cocinar y calentarnos. Recuerdo el ulular del cárabo fuera y que poco a poco el sueño me fue invadiendo: la comida, el calor, el cansancio, las emociones, la somnolencia provocada por las amanitas. Fue cuando conocía a los otros seres del bosque: lamias, duendes, hasta la mismísima Mari y aquellos que hace ya tiempo habitaron el bosque y que huyeron a otros más frondosos, el urogallo, la marta, el lince, el lobo y hasta el mismo oso.
Entonces, por primera vez escuche a Basajaun que en nombre de todos los habitantes del bosque tomó la palabra:
"El bosque es nuestro hogar, un lugar para vivir, no es sólo un conjunto de árboles, es un conjunto de seres vivos y muertos interrelacionados entre sí mediante complejas relaciones de interdependencia; desde las cadenas tróficas o la polinización de las flores de los árboles por los insectos; las micorrizas, las descomposiciones. Un bosque es en sí mismo un ser vivo en el que todos sus miembros son indispensables y del que aún no conocéis ni una mínima parte de sus imbricadas relaciones ni de las aplicaciones que os pueden aportar a vosotros humanos, que un día vivisteis en los árboles".


Extrañado por este vocabulario, más propio de un profesor universitario, entendía que Basajaun sabía mejor que nadie como habían entretejido esas relaciones todos los seres del bosque que llevaban evolucionando conjuntamente desde hace cientos de años porque él lo había visto con sus propios ojos.
En este delirio me encontraba cuando me despertó el ruido de una moto sierra, ya no estaba Basajaun. Pero al mismo tiempo que encontré la respuesta a mis preguntas, un presagió me recorrió el cuerpo, si desapareciese el bosque, Basajaun desaparecería con él.
© Txemi Martínez Postigo

CUENTO DE BASAJAUN 1ª parte

¿Qué es entonces un bosque? Encuentro con Basajaun.

Ante tanta confusión sobre lo que es un bosque, pensamos, que quién mejor podía aclararlo no era otro que el mismísimo Basajaun. La tarea no parecía en principio fácil, pues primero había que encontrarle: a quién le tocó la tarea, al que tuvo la idea.
Anduve montes y valles, pregunté al duende del haya trasmocha de Murua. Al árbol que bosteza de Andagoia, al lirón gris de Barazar. Cuando ya desistía, pensé que debería buscarle primero en un verdadero bosque, eso que tantas veces había escuchado en la Universidad, un bosque maduro.
Recordé las lecciones aprendidas en otro contexto:
“Un bosque de compleja estructura y composición vegetal, formado por árboles autóctonos de diferentes especies y edades, de árboles viejos con numerosos huecos y abundante madera muerta; variado sotobosque y la presencia de diferentes especies de animales y plantas bioindicadoras de su madurez".
Así, di por fin, con él en un recóndito valle en las inmediaciones del Gorbeia, del que comprenderéis no diga el nombre.
Rodeado de plantaciones de pinos, autovías y cemento, Basajaun se refugia en una de las últimas islas autóctonas, cada vez más pequeñas, que aún le quedan, milagrosamente salvados por su fuerte pendiente, suelo rocoso e inhóspito del lugar.
Recostado sobre un haya, le encontré desmejorado, cansado de tanto tener que cambiar de casa. Como si llevara tiempo esperándome aceptó que le hiciese mis preguntas sabedor de mis intenciones.
A la pregunta sobre lo que era un bosque, simplemente se encogió de hombros; enseguida comprendí, si había dado con él, un verdadero bosque debía ser algo parecido a éste en el que nos encontrábamos. De tomos modo me invitó a que le acompañase.
Me llevo a un lugar donde los arándanos crecían tan espesos bajo nuestros pis que no tocábamos el suelo; pacientemente llenamos un cesto, también recogimos marrubis y entre la hojarasca unos cuantos boletus.
Entre el silencio, tan sólo roto por el chasquido de nuestros pasos, empezamos a escuchar el toqueteo de las gotas de lluvia sobre las hojas, primer filtro protector a la fuerza erosiva del agua sobre el suelo. Las gotas escurrían lentas por los troncos y caían suaves sobre el segundo filtro protector, el manto de hojarasca y musgos. La gruesa capa de hojas, ralentiza la velocidad del agua que sigue su curso tierra adentro para encontrase con las simbióticas redes de micelios y raíces a través de las cuales los árboles absorben la que necesitan. Placada la sed, el sobrante seguirá su curso filtrada para resurgir de nuevo en fuentes arroyos y ríos, incluso días después de haber llovido.
En la sed íbamos pensando cuando, como si de un espejismo se tratase, apareció ante nuestros ojos una hermosa cascada en medio del hayedo. El mirlo acuático al vernos desapareció tras la espuma, para demostrarnos que esa agua cristalina, oxigenada y pura era apta para beber, eso que nosotros conocemos como potable.
En estos andares por el bosque, reconocimos las huellas del tejón en el barro, escuchamos el eco del tamborilero del picapinos en la madera muerta de un viejo roble. Muerto por el suceder de los años y por ser uno de los pararrayos naturales, estaba, sin embargo, más vivo que nunca: en una grieta del tronco el trepador azul tenía su yunque; en un viejo agujero del picapinos se oía el piar de los pollos del carbonero; en una rama una ardilla dormitada al calor de los rayos del sol que se abrían paso entre el espeso follaje. Y en lo más alto, paradojas del destino, para quienes forman la base de las cadenas tróficas, en una horquilla natural, los pollos del azor se emplumaban veloces por la enorme cantidad de volanderos que por esta época forman parte de su dieta.
© Txemi Martínez Postigo

sábado, 1 de enero de 2011

CARTA A LOS REYES


Queridos Reyes “Majos”:

Llegado este momento quisiera convertir mis ilusiones en realidades. Sabéis de buenas fuentes, que he sido muy bueno y he hecho los deberes y obligaciones que me encomendaron. Desde mi corta experiencia (12 años cumpliré en Febrero) mis peticiones son lo más “realistas” posibles.
Seguiré defendiendo los árboles y arbustos autóctonos que forman nuestros bosques. Frente a los cultivos forestales y resto de especies alóctonas que abundan en nuestro paisaje cotidiano.
No creo en las promesas de los adultos. Dulcifican con palabras, hechos y acciones, en defensa del interés general. Y pagan como siempre los justos por los pecadores.
Se barruntan grandes fastos en los próximos 364 días, pero con poca voluntad de compromisos efectivos.
Como leéis excelentísimas Majestades, mis peticiones no son materiales. Prefiero lograrlas más adelante y reservarme para otras ocasiones más significativas. No pido mucho, solo voluntad.
Con esta idea, en la víspera de Reyes, colocaré mis botas de monte manchadas de barro y trotadas en busca de nuestros bosques primarios, con el deseo que mis peticiones no se conviertan en un papel más en la papelera.
Recibid un caluroso txirpisaludo invernal y fortísimo ARBAzo.